domingo, 2 de septiembre de 2007

Alojarse en el hotel de sal







Alojarse en el hotel de sal,

entre paredes blancas…

A esta altura no hay arboledas:

las puertas son de porosa madera,

el corazón de los cactus gigantes

que por aquí proliferan.

Camas, mesas y sillas

tienen sabor de vida.

Son los muebles de sal

y de piedra la chimenea,

impresiona tanta materia fría

hasta que el fuego y la cena

todo el interior caldea.

Y fuera,

la noche limpia plagada de estrellas

sobre el Salar refleja una luz nueva.

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