I
Desde Sucre, la capital,
sede colonial,
sigue la carretera
una via estrecha.
Cerros de todos los colores,
cielo azul celeste.
Escasa vegetacion:
rastrojos, alguna hierba,
paisaje grande, aireada tierra.
Estratos a modo de peineta,
piedras ocres y grises
y mantos amarillentos.
La entrada a Potosi
presidida por el Cerro Rico,
cuna de aquella plata ahora esquilmada
motivo de tanta batalla.
Desolacion de altura.
A lo lejos, cumbres blancas.
Al frente, como maqueta,
realidad en miniatura de casas viejas
a pie de aquella mina.
Grandeza caducada,
historia almacenada.
II
Una mancha vegetal en el cerro,
arboles, arbustos de nombre desconocido
ya anuncian aqui la primavera:
naranja, rosado, blanco, todos los verdes.
Y el azul del cielo, telon de fondo
Desde Sucre, la capital,
sede colonial,
sigue la carretera
una via estrecha.
Cerros de todos los colores,
cielo azul celeste.
Escasa vegetacion:
rastrojos, alguna hierba,
paisaje grande, aireada tierra.
Estratos a modo de peineta,
piedras ocres y grises
y mantos amarillentos.
La entrada a Potosi
presidida por el Cerro Rico,
cuna de aquella plata ahora esquilmada
motivo de tanta batalla.
Desolacion de altura.
A lo lejos, cumbres blancas.
Al frente, como maqueta,
realidad en miniatura de casas viejas
a pie de aquella mina.
Grandeza caducada,
historia almacenada.
II
Una mancha vegetal en el cerro,
arboles, arbustos de nombre desconocido
ya anuncian aqui la primavera:
naranja, rosado, blanco, todos los verdes.
Y el azul del cielo, telon de fondo
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