


Reverencias a las cumbres,
los valles y los surcos ahora secos,
todo piedra, todo roca.
Plumeros color paja
peinados por el viento.
Otros cónicos entre el azul gris
y el descolorido plomo.
Paisaje color turrón
que al cabo de largo traqueteo
se transforma en verdes tenues
y algún rosado entre marrones.
Dos gigantes verticales
desproporcionan lo que se pone por delante:
desproporcionan lo que se pone por delante:
las altas torres de alta tensión
y los cactus desmedidos del altiplano.
Salar de Uyuni
Salar de Uyuni
Sal sin mar,
sal de altura en la tierra,
océano limitado sólo por el cielo azul para volar.
Crujiente blancura extraña
que te obliga a andar con la mirada lejana
para no pisar los ojitos del salar.
Superficie fría, extemporánea
que te sorprende al llegar
y te atrapa con su capa como si acabara de nevar.
Paseas por sus islas
navegando por encima
para archivar una imagen que acumula todo el blanco
en la memoria de las luces que te acosan cuando empiezas a soñar
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