lunes, 27 de agosto de 2007

Entre Potosí y Uyuni// Salar de Uyuni

Tdos los blancos pintan el Salar






Reverencias a las cumbres,


los valles y los surcos ahora secos,


todo piedra, todo roca.


Plumeros color paja


peinados por el viento.


Otros cónicos entre el azul gris


y el descolorido plomo.


Paisaje color turrón


que al cabo de largo traqueteo


se transforma en verdes tenues


y algún rosado entre marrones.


Dos gigantes verticales
desproporcionan lo que se pone por delante:


las altas torres de alta tensión


y los cactus desmedidos del altiplano.


Salar de Uyuni




Sal sin mar,


sal de altura en la tierra,


océano limitado sólo por el cielo azul para volar.



Crujiente blancura extraña


que te obliga a andar con la mirada lejana


para no pisar los ojitos del salar.



Superficie fría, extemporánea


que te sorprende al llegar


y te atrapa con su capa como si acabara de nevar.



Paseas por sus islas


navegando por encima


para archivar una imagen que acumula todo el blanco


en la memoria de las luces que te acosan cuando empiezas a soñar

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