martes, 28 de agosto de 2007

Flotel


FLOTEL,
río Mamoré
Oriente boliviano

I

Tiempo ilimitado
vacío de obligaciones
lleno de armonía
entre el viento del sur
y el ruido del motor.
Barco varado
a ritmo de generador.

Huele a agua dulce,
a olas ligeras,
a luz matinal,
a cielo entelado,
a sol invernal.

II

La lancha de noche
sale a todo gas
para buscar los ojos
en plena oscuridad.
Esa morada visual
cegada por un foco
que pertenece al caimán.
Calima nocturna,
cielo y bruma
estrellas ligeras
y un arco de luna.
Saltan los peces,
entran en la barca,
suicidio y muerte.


III

Selva ligera
poblada y humana.
Casas de fibra vegetal,
paredes de caña
tejados de palma
atrapadas por el agua
el último temporal.
Y cada comunidad
de este mundo fluvial
quedó sin cosechas.
La escasez
crece a merced
de la pobreza
que atrapa a los pueblos.


IV


Al norte va la corriente
para desembocar en el Amazonas,
que este río es su afluente.

Aguas de lodo y sol.


V

Crucero fluvial
de tiempo incierto,
aislamiento querido
y ambiente novelesco.

Todo flora,
todo fauna,
buscar en cubierta
un lugar para estar
a resguardo del viento.

Brisa de agua dulce
y el vaivén del mirar.



VI


Chispas de luz
flotan en la superficie
del agua que fluye.


VII


Llegó hoy la hora
de la navegación,
ritual esporádico
que obliga a la tripulación
a efectuar maniobras.


VIII


Suelta el grumete
tras equilibrios circenses
el cabo de amarre
y en tiempo latente
viramos al Norte.
A estribor, playa de arena volátil.
A babor, masa arbórea móvil.

IX

Bufeo rosado y plata,
lomo y aleta
se adivina en el agua.


X

La actividad es imparable a bordo:
buscar el sol,
evitar el viento,
abrigarse, mirar,
leer, hablar, pensar,
andar arriba y abajo,
esperar,
contemplar el cielo.

XI


Altos árboles de tronco limpio y blanco,
hojas en abanico
donde habita el perezoso a tiempo completo.



XII

Garzas, cormoranes,
aves en todas direcciones.
Tortugas y bufeos.
Algún yacaré a lo lejos.



XIII


Vira el barco
hacia el centro de la corriente
huye ahora de las orillas.

Avanza lento
empujado por el motor y el viento.


XIV

Anclado junto a un talud
de hierba entre el barrizal
con troncos caídos al azar
permanece flotante el Flotel
y amanece lentamente
con calma, sin viento.
Sólo el tráfico escaso
de alguna barcaza
imprime relativa agitación
al provocar oleaje levemente sonoro
en un ambiente hecho de luz
y una extrema quietud.


XV

Paseos por los aledaños
entre vegetación,
andar bajo un bosque de cacao
pisando hojas secas
a modo de colchón…

Caminar hasta una laguna,
aguas del río
que un día un meandro
en la tierra atrapó.

Ver el rastro del jaguar.
Oír el rugir
de cerdos salvajes que rondan el lugar.




XVI

Ratos para leer,
momentos para solaz.
Huir del remanso de paz
y volar, volar, viajar.


XVII


Pasarela inestable
entre el barco y la ribera
bailando en el aire.
Oscila, oscila.
¡Hay que cruzar!

XVIII

Fluye el agua.
Sólo mirar es la actividad.

XIX

Largas esperas
sobre cubierta.
Cortas son las horas
para que sucedan cosas.

XX

Se van a caballo,
se van por el llano.
A ver el espacio
al paso, despacio.


XXI

En un remanso
entre troncos y ramas
comen res las pirañas.

Sedal, anzuelo y carnaza
para practicar la pesca
a base de traza.

¡Plata y naranja
ya vuela agonizante
mi piraña elegante!


XXII

Buena distribución
del espacio interior.
Camarote mullido
con vistas a un exterior
de panorama exquisito.

XXIII


Martín pescador
que luce contorno en el cañizal;
silueta y color de equilibrio
entre plomo azulado
y un toque blanco.

Inmóvil mira con su pico
las aguas del río.

XXIV


A cada curva de la corriente
hay un festival
de aves variadas
entre el río, la tierra
y este cielo invernal.



XV

Río arriba,
río abajo
es el viaje a ninguna parte.
Sin más destino
que ver el paisaje
y escenas al paso.

Se oculta el sol entre las cañas
y anuncia una noche larga:
la última de esta etapa.

Se detiene el tiempo,
se manifiesta el delfín,
hay pausas en las palabras
y el color tiende al fin.

XXVI

Media luna nos despide,
aparece puntual
cuando la tarde oscurece
todo el campo visual.





XXVII


Vuela el marabú
y nos agraden los mosquitos,
¡Ay!, ¡Hay qué ver, cuántos bichos!


XVIII

Ronronea el motor,
es evidente el suceso
al final del proceso.

A barco parado
funciona la luz
que ilumina la última cena.

XIX

Añoraremos tal vez
la vida en el Flotel
cuando pisemos asfalto.





XX



Trimate al final
del almuerzo y la cena,
infusión buena, buena
de coca, anís y manzanilla
a ritmo de cucharilla.











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