martes, 28 de agosto de 2007

A los geysers del Tatio

Salimos de noche,
y el cielo oscuro nos permite ver
lo sublime de un amanecer.


Inicia una franja de luz incipiente el alba,

es todavía leve e incolora que voraz engulle la oscuridad.

Otorga silueta a las montañas del este

y color a unas nubes etéreas.

Emerge más luz y amanece.

Toman relieve, volumen, entidad

las montañas que son ya realidad.

Con los neveros

y los hilos níveos en cada barrancada.


Por la pista de calamina a toda velocidad

tomando altura y solemne ubicuidad
el sol ya ilumina, es de día.

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